Condenaron a perpetua a los femicidas de Natalia Mariani
Gino y Hernán Ferrari, hijo y ex marido de la víctima, recibieron la pena máxima en el juicio que se desarrolló durante esta semana en la Cámara del Crimen de Villa María.

Los fines de semana, agentes de la Guardia Local impiden el acceso al río por barrio Palermo. Familias que visitan la Costanera se sorprendieron al encontrar las vallas y cuestionaron la medida, a la que describieron como injusta.
Son casi las diez y media de la noche del sábado 6 de septiembre cuando ella atiende el celular.
—Están todo el fin de semana esas vallas. Si uno quiere ir en auto por esas calles y hacer ese paseo que es muy típico, nuestro, de los villamarienses, no puede hacerlo —dice.
Está hablando del Palermo, un barrio del suroeste de la ciudad que, desde hace algunas semanas, apareció vallado en las esquinas.
—Tenés que ingresar caminando solamente. No dejan pasar autos ni motos —sigue.
Ella se enteró por su familia y por otros conocidos que la Municipalidad prohíbe el paso porque los vecinos del Palermo se quejan del movimiento de gente, de vehículos.
Ella dice que la Costanera está para ir a dar una vuelta en auto, para tomar los mates.
—Está para disfrutar. Pero no se puede ahora. Me molestó por el hecho de todos somos ciudadanos, todos pagamos los impuestos. Me resulta injusto que tomen esa medida. Me parece que no corresponde. Para qué tanta plata invertida. Es un lugar lindo. Si no te podés ir a las sierras los fines de semana, das una vuelta por la Costanera.
***
Este domingo recién arranca. Son las doce y media de la noche del 7 de septiembre de 2025. No hay demasiado movimiento. Hace frío. Cada tanto, como ahora, el agente y la agente se bajan de la camioneta de la Guardia Local en la que, hace rato, van y vienen por la avenida Elpidio González, desde la rotonda que está frente al Anfiteatro Municipal hasta la del Fin de la Costa. Pasan por las esquinas Sargento Cabral, Progreso, Derqui, Ascasubi, Córdoba. Vigilan, controlan, supervisan este barrio, el Palermo. Revisan que en cada una de estas esquinas, por las que se accede a la Costanera, al río, esté cada una de las vallas en el lugar que corresponde. Cada tanto, como ahora, alguien —tal vez del barrio— quiso salir y las ha corrido. O alguien —tal vez de otro barrio— quiso entrar y dar una vuelta y también las ha corrido.
—¿Puedo pasar? —pregunto.
—¿Sos del barrio? —pregunta el agente.
—No —digo.
—Entonces no —dice el agente y ella, la otra agente, asiente.
Entonces él y ella, cada tanto, como ahora, colocan las vallas otra vez en su lugar porque alguien las ha movido y dicen que las vallas han sido colocadas porque los vecinos del Palermo se han quejado.
—Sobre todo las motos se meten al barrio, a la Costanera, y hacen ruido —explica la agente.
Después, ella sigue. Repite lo de las motos y habla de los autos, de los jóvenes que se juntan en ese sector de la Costanera, tan cerca del río, y andan con escape libre y ponen música y toman alcohol y estacionan ahí.
Después, no insisto mucho, pero intento.
—¿Me deja pasar?
—La Costanera es larga —dice la agente, como quien dice «vaya a otro lado».
Larga significa más de quince kilómetros de Costanera para que la gente no moleste a la otra gente, la del Palermo. Significa que el problema de los vecinos del Palermo se trasladará a otros vecinos. Significa el cierre de un barrio y significa que queda inhabilitado para autos y motos el acceso a dos kilómetros de Costanera. ¿Significa que la Municipalidad privatiza un espacio público a través del Poder de Policía?
Cuando sea la tarde de este domingo, pasadas las cuatro, hará menos frío y habrá sol y más movimiento en el Palermo y la misma cantidad de vallas en las mismas esquinas que la gente seguirá moviendo para salir del barrio y para entrar al barrio.
Habrá dos señoras que salieron a caminar y que, en el camino, vieron las vallas.
—Veníamos elucubrando por qué las pusieron —dirá una.
—Pensamos que puede ser por las motos —dirá la otra y se preguntará, coherente, si otros barrios también pueden pedir lo mismo: bloquear al otro.
Elucubran, piensan, imaginan porque, hasta el momento, la Municipalidad no informó por qué decidió prohibir el ingreso a este sector Costanera que, por lo general, sí se valla cuando hay razones que tienen sentido para restringir la libre circulación: por ejemplo, el Recorrido Peñero y el Festival de Peñas que convocan a miles durante semanas.
En los discursos de los vecinos, de las vecinas, aparecen las motos porque, en verano, es cierto y habitual que tantos y tantas se suban a las motos y se hagan una escapada a esa zona de la Costanera para pasar el rato porque son muchos y muchas quienes no pueden pasar el rato en otra parte. Es cierto incluso que hay ruido por la madrugada y que es molesto, como también es cierto que hay ruido en otros barrios de la ciudad donde los vecinos que viven cerca de bares que funcionan como boliches reclaman y todavía esperan que alguien del Municipio les responda. Y es cierto que las autoridades podrían preguntarse de qué modo es posible prevenir el exceso de ruido sin restringir un derecho tan fundamental como la libre circulación de todos los villamarienses a la Costanera y a aquello que la define: el río.
Gino y Hernán Ferrari, hijo y ex marido de la víctima, recibieron la pena máxima en el juicio que se desarrolló durante esta semana en la Cámara del Crimen de Villa María.
Carlos Daniel Gómez está acusado de homicidio doblemente agravado por el vínculo y por mediar violencia de género por el asesinato de Mónica Viviana Salguero. Fue detenido por el crimen este jueves en barrio Lamadrid.
El proyecto se da en medio de sospechas por corrupción, falta de control y aumentos reales de hasta 500%.