La medida que excluye a emprendedores: sobre un Municipio que simula

Feriantes de «Nave Emprendedora» se enteraron, sin previo aviso, que para trabajar tenían que pagar seis meses por adelantado.

—Quedamos desconcertados, desconcertadas —dice alguien, por teléfono, una tarde.

Alguien, en este caso, podría llamarse de cualquier manera, pero su nombre no importa. Lo que interesa es que esta persona, una persona que emprende, el mediodía del miércoles 9 de julio recibió este mensaje en un grupo de WhatsApp: «De hoy en adelante para participar de las ferias que organiza la Municipalidad, tienen que seguir lo siguientes pasos (…)». El primer paso consistía en inscribirse como feriante en la página web del Municipio. La persona que emprende ingresó a la web y cargó sus datos. Siguió scrolleando y, para terminar con el registro, se encontró con que tenía que pagar seis meses por adelantado para poder participar; las opciones eran tarjeta de débito o Mercado Pago. 

—Yo, en ese momento, no tenía para pagarlo. Fue muy angustiante.

Por la mañana, después de despertar, había pagado el alquiler y los servicios. Pensó, entonces, en los demás emprendedores del grupo.

—Uno empatiza. Me comuniqué con otros y me di cuenta de que no era un caso individual. Muchos estaban preocupados; una señora jubilada se puso muy triste. Yo dije: 'No voy a poder participar más de la feria'.

La feria, municipal, es la «Nave Emprendedora» que, en el grupo de WhatsApp, está integrada por más de 600 miembros.

—El ochenta por ciento mujeres. Madres solteras en muchos casos. Muchas tienen otros trabajos. Jubiladas.

También hay matrimonios, algunas familias. Venden indumentaria, accesorios para mascotas, plantas, macetas, libros, objetos de cerámica, artesanías, tejidos a crochet, duendes artesanales, juguetes de tela y madera, pulseras, collares, alimentos de producción artesanal. Se juntan todos los domingos y, por lo general, una vez al mes están en la Plaza Pedro Viñas y los restantes en los quinchos de la Costanera, en el sector de la Bajada Entre Ríos. A veces, en ocasiones especiales, como el «Recorrido Peñero», la «Feria Educativa» o la «Fogata de San Juan» se trasladan a otros espacios. El horario, si bien puede cambiar según la época del año, es de tres y media de la tarde a ocho de la noche. Cada domingo no participan los más de seiscientos. Hay cupo: deben ser entre ochenta y cien. En el grupo de WhatsApp donde están todos, la persona que maneja la cuenta de la Secretaría de Desarrollo Productivo crea una encuesta que dice, por ejemplo, «Sí, participo (Alimentos)» y «Sí, participo (No alimentos)», y la comparte, casi siempre, pasado el mediodía de cada miércoles. Todos deben estar atentos y elegir una opción antes que los demás: si no, quedan afuera.

 

En mayo, la feria cumplió un año.

 

(La nueva medida, el pago de los seis meses por adelantado, afecta a otra feria, también municipal, llamada «Nuestras Manos», que se desarrolla en lugares distintos a los de «Nave Emprendedora», y donde se venden solo productos artesanales).

 

La ordenanza 8.139, sancionada por el Concejo Deliberante en octubre de 2024, creó el «Programa de Fomento al Emprendimiento Local» para impulsar el desarrollo económico, para generar empleo. En el Boletín Oficial, en el título «Contribución que incide sobre la actividad comercial, industrial y de servicios» se establecen categorías de contribuyentes y, uno de los artículos, fija alícuotas, importes fijos y mínimos mensuales. El carnet de emprendedor —sin local comercial— y de artesano tiene un importe de 10 mil pesos por mes y, hasta el 9 de julio, los emprendedores pagaban por día; unos dos mil, dos mil quinientos pesos.

—Cada domingo pagábamos el tablón —dice.

Nadie entendía por qué, de pronto, sesenta mil pesos por adelantado y, para intentar entender y pedirles a las autoridades que revisen la decisión que tomaron, escribieron una carta que alguien llevó este jueves al Concejo Deliberante. La carta es para un trío formado por el intendente Eduardo Accastello, el presidente del Concejo Juan Pablo Inglese y el subsecretario de Desarrollo Productivo Germán Tenedini. En la carta le recuerdan a los funcionarios que hay una ordenanza que dice diez mil por mes y no seis meses juntos. Les explican que no se niegan a pagar el canon, sino que lo adecuado es adecuarse a la ley y que, como son emprendedores, no tienen el dinero. «Nos resulta insostenible» escriben y se quejan, además, por los medios de pago limitados: no les reciben, entre otras tarjetas, Naranja ni los dejan pagar en efectivo en las cajas de las oficinas municipales. Preguntan, incluso, por el destino de los fondos. «Solicitamos transparencia (…). Consideramos justo y necesario contar con información (…), considerando que hasta hace poco se realizaban cobros sin facturación ni respaldo administrativo», dicen.

Y siguen: «La ordenanza establece que se trata de un fondo reembolsable, nos gustaría una reunión o envío de documentación que explique los detalles tanto de esta modalidad, como así también qué efectos retroactivos tendrá este pago en relación a cancelaciones imprevistas, las cuales hemos sufrido frecuentemente en los últimos meses por razones no definidas de logística o malas condiciones climáticas». Y piden, también, que les permitan participar en la administración de la feria, que haya una comisión que pueda mediar entre las necesidades de la secretaría y las de los trabajadores porque el Municipio no sabe lo que necesitan: el Municipio impone; los llama cuando hay inauguraciones, presentaciones, anuncios.

 

Como tantos no podían pagar, les ofrecieron cuotas, con tarjeta de crédito.

—Solo con Cordobesa —comenta.

Les aseguraron que no había intereses y, por el contrario, hubo: los sesenta se convirtieron en setenta y seis mil.

Mientras, tantos se quedaron sin participar el domingo 13 de julio. El domingo anterior, 6 de julio, la feria tampoco se hizo.

—Por decisión de la secretaría. Sin embargo, ese día no estaría descontado del pago que se nos exigió.

La Secretaría es la de Desarrollo Productivo y la suspensión tiene tres razones.

—Financieras, logísticas y climáticas.

Sin embargo, el que dice «financieras, logísticas y climáticas» no dice demasiado.

—Hay mucha incertidumbre por parte de los emprendedores porque no hay una información clara. 

El grupo de emprendedores hace preguntas y no recibe respuestas. Tampoco hubo una reunión presencial para aclarar dudas. Nada. Nada, en un Municipio que hace propaganda de un programa —un simulacro— denominado «VM Piensa y Propone» que habla de participación ciudadana y dice estar hecho para que vecinos deliberen y decidan «sobre proyectos, obras y servicios prioritarios para la comunidad»; para que parte de los recursos públicos municipales responda a necesidades reales. El Municipio propone que se piense. Y no escucha.

 

—Ante el contexto económico actual, duele que las autoridades atropellen las posibilidades de quienes queremos trabajar. Formamos parte de La Nave personas de clase media baja. Para algunos es el ingreso económico principal y para otras personas es otro trabajo más para llegar a fin de mes —dice.

Y feriar en espacios públicos, sin autorización, no es una alternativa.

—Corremos el riesgo de perder nuestras mercaderías.

Lo saben porque algunos en el grupo emprendedor han recibido llamados —que definen como «amenazas»—: si van sin pagar por adelantado, se las incautan.

 

Lo que ha pasado después de la nueva normativa es que, como algunos feriantes no pagaron, el Municipio juntó a los de «Nave Emprendedora» y «Nuestras Manos» porque la cantidad se redujo. Es mejor —más sencillo— pensar en las formas de rellenar, en que no se note lo que falta, y no, en cambio, trabajar para que estén los que no pueden. 

 

La persona que emprende sigue hablando sobre la feria.

—Tiene un origen popular —dice.

Y recuerda una reunión que se hizo a principios de año.

—Dijeron que no querían que La Nave se convierta en una salada. 

 

La salada es el margen, la periferia, el borde. Es lo apócrifo, la imitación. La reventa. El exceso. Lo mucho, barato. Eso, todo eso que la Municipalidad no puede permitir en una Villa María que insiste, desde el discurso oficial, con ser «Más Linda».

 

—Estéticamente nos exigen ciertos protocolos. Claramente, hay una pretensión de limpieza.

Les exigieron, además, que durante toda la actividad estén de pie. No les dejaron llevar reposeras. 

El que lo dijo, dice, es Tenedini, quien parece no recordar que forma parte de un gobierno que se dice peronista. 

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