«Las voces del silencio»: un documental sobre las torturas a excombatientes en Malvinas

Gabriela Naso, la directora, contó por qué decidió contar esta historia desde esta perspectiva y brindó detalles sobre la película que se estrena este jueves 3 de abril a las 21 en el espacio INCAA Villa María.

En un rato sonará el Himno Nacional Argentino.

 

Mientras, este mediodía de dos de abril, Gabriela Naso habla por teléfono desde el Centro Cultural y de la Memoria Islas Malvinas en La Plata, donde ya ha comenzado el acto por el Día del Veterano y los Caídos en la Guerra de Malvinas. 

—Estoy muy entusiasmada. Es una alegría saber que todo el cuidado que le puse, toda la dedicación, todo el amor, dio el resultado que esperaba. Tenemos quince salas para la primera semana; fue un poco inesperado y súper bienvenido.

La autora —junto a Victoria Torres— de «Esquirlas en la memoria: una crónica de la identificación de los soldados NN en Malvinas», publicada el año pasada por Editorial Marea, está hablando de lo que ha pasado este martes primero desde las siete y media de la tarde en el cine Gaumont, en ciudad de Buenos Aires, donde estrenó su opera prima «Las voces del silencio», un documental que cuenta una historia, otra: un grupo de excombatientes denuncia a sus superiores por tortura en la guerra y aparece, entonces, el sistema judicial argentino con sus trabas, con sus obstáculos, con sus frenos.

 

La causa inició en 2007 y todavía no se elevó a juicio.

—Está paralizada. Hay más de cien militares acusados sin contar la cadena de mando. Prestaron declaración más de doscientas víctimas y testigos —dice.

A ella, y a su equipo, le interesa que el documental se mueva por todo el país y que se hable de Malvinas todo el año.

—En este momento estamos en una situación crítica de impunidad; lo que se está garantizando, en un punto, es la impunidad biológica: pasan los años, se mueren los acusados y también están muriendo las víctimas —sigue diciendo.

 

Nacida en 1992, diez años después de la guerra que comenzó un dos de abril de 1982, que se extendió durante 74 días y que dejó a 649 soldados argentinos muertos, ella recuerda aquellos años, los noventa yéndose y los dos mil asomando llegando continuando, la ciudad de Quilmes y su escuela, el instituto José Manuel Estrada, la primaria y la secundaria, y las aulas y el discurso —sobre todo el discurso— de la «gesta heroica».

—No hay gesta en dictadura. No hay gesta cuando no se le prevé ni la formación ni los elementos necesarios a los combatientes en ese momento, cuando se tortura a la propia tropa. No hay gesta —dice ella ahora, treinta y dos años.

 

Licenciada en Periodismo por la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ) y magíster en Periodismo Documental por la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), Naso empezó a investigar el tema en 2016 cuando escribía en AUNO, la agencia de noticias de la Universidad de Lomas de Zamora. 

En ese entonces, por ejemplo, se contactó con Ernesto Alonso, secretario de Derechos Humanos del Centro Ex Combatientes Islas Malvinas (CECIM) La Plata para escribir un artículo sobre el proceso de identificación de soldados argentinos. Cuando hizo esa nota, él le habló de lo que aún no había escuchado: las torturas, los abusos, las amenazas en Malvinas.

—Yo trabajé mucho con los excombatientes del CECIM La Plata, que son querellantes. Ellos consideran héroes a sus compañeros caídos, a quienes dieron la vida por Malvinas, lo más preciado que tiene un ser humano. Silvio Katz, por ejemplo, no se considera un héroe. Y él lo dice en el documental —dice.

Les importa que la causa judicial avance: ese logro, tal vez, sea la postal del héroe. Una nueva mirada: toda una lucha para resignificar la lucha.

—No es negar los actos heroicos que hubo. Yo escucho los testimonios y para mí fueron víctimas de un estado terrorista, de un estado genocida que los llevó a un conflicto bélico para el que no estaban preparados —sigue Naso.

Ese estado, esa Argentina, la gobernada por el teniente coronel Leopoldo Fortunato Galtieri.

 

—Es una brújula.

Ella, que sintió atravesada por lo que escuchó, habla de contar «desde las vísceras».

Ella, que cuando iba a entrevistar a los excombatientes, ya sabía.

—Hay un momento donde sabés. Estamos contando hechos traumáticos. Si alguien se quiebra, que se sienta seguro. Es importante poder contenerlos en ese sentido, que no sientan que es una revictimización.

 

Antonio Orellana, David Zambrino, Ernesto Alonso, Gerardo Roschge, Gerardo Vega, Hugo Robert, Miguel Anderfuhrn, Oscar Rojas y Silvio Katz son los excombatientes del documental que, en un principio, tuvo otro nombre: «Causa Malvinas».

—Iba a estar más vinculado con lo jurídico. Pero la realidad va sucediendo delante de cámara.

En la etapa de montaje entendió qué sucedía y tomó la decisión.

—Inicialmente iba a estar más centrado en lo judicial, pero esas voces silenciadas durante más de cuarenta años pedían ser escuchadas.

Y trabajó, principalmente, con las voces: con los testimonios.

—Tomaron un protagonismo que, si bien estaban planteados, fue mucho mayor.

 

Así como decidió no usar archivo de la guerra, decidió no viajar a Malvinas.

—Malvinas es otra película.

Por eso grabó, por ejemplo, paisajes en Río Grande, en la costa noreste de la isla Grande de Tierra del Fueg, y en Ushuaia, la capital de la provincia.

—Hablemos todo el año, no solo el dos de abril. No hablemos solo de la guerra. Hablemos de la historia larga —dice, al final de la charla.

 

La historia larga es el pasado

                                                es el presente

                                                                        es el futuro.

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