Otro robo adolescente, a una cuadra de la Policía
El hecho ocurrió este martes 27 de mayo en un local que vende indumentaria deportiva por calle General Paz, entre Catamarca y San Juan, en el centro de Villa María.
Ensayo acerca de un aeropuerto al que le quitaron el nombre.
No me gusta que suceda. Sin embargo, sucede.
Sucede —seguido— esto: deslizo la puerta corrediza que da al balcón del departamento donde vivo y salgo a fumar, a tomar mates, a ver las redes sociales en el celular. Lo hago —por lo general— cada hora como un recreo, mientras trabajo. El balcón da a la calle. Fumo rápido, olvido los mates y al celular, a la pantalla del celular, no dejo de revisarla. Veo fotos, videos, placas con texto de noticias, por ejemplo. Veo y olvido. Tan rápido olvido. Tanto olvido.
Sí me gustaría, en cambio, que suceda esto que escribió un tipo que estoy leyendo ahora: «Lo que me gusta de viajar para contarlo es esa obligación de estar atento todo el tiempo porque todo lo que veo puede ser materia del relato: recuperar el atavismo, la actitud que debían tener los hombres primitivos que sabían que no podían distraerse, que si saltaba la liebre o el mamut cuando no estaban mirando aquella noche no comían: la actitud del cazador, adrenalina pura».
Supongo que los hombres primitivos, alguna que otra vez, también han tenido suerte.
El mediodía de un miércoles, yo, que escribo —pero no estoy viajando—, tuve suerte: en el celular, que puede ser distracción y que es —cada vez más— trabajo, encontré materia prima. Alguien que se dio cuenta de algo me envió un mensaje para preguntarme si yo sabía lo que había pasado, si sabía que al aeropuerto le habían quitado el nombre: Presidente Néstor Carlos Kirchner.
Como no sabía, le dije que no estaba al tanto. Y me puse a mirar eso que estaba a la vista y no había visto o que quizás había visto y había pensado pero había olvidado porque, cada tanto, confío —y no anoto— en el artefacto más engañoso: mi memoria.
En esta ciudad, Villa María, que según los últimos números la caminan la andan la deambulan más de noventa mil, pero menos de cien, hay un aeropuerto.
En esta ciudad, la tercera más grande de la provincia después de Capital y Río Cuarto, hay un intendente reintendente llamado Eduardo Luis Accastello que envió en 2011 —cuando era intendente por segunda vez—, un proyecto de ordenanza al Concejo Deliberante para que el aeropuerto tenga un nombre.
En esta ciudad, el jueves 17 de febrero de 2011, hubo sesión extraordinaria. Comenzó a las doce y media y estuvieron
el presidente del Concejo, Marcelo Javier Suppo
y los concejales José Andrés Escamilla, Verónica Daniela Vivó, Carlos Rodolfo De Falco, Mario García, Sebastián Alexis Capurro y Daniela Lucarelli, del bloque Frente Unión Por Córdoba Partido Justicialista
Alejandro Elio Balanza y Ricardo Adolfo Pereyra, de
Democracia Cristiana
Miguel Ángel Zandrino, del Frente Cívico y Social
Carlos Andrada, de Villa María Proyecto Nacional
y Rosa Albina Cámpora, de Democracia Cristiana bloque dividido «Ateneo Eva Perón».
El único voto negativo fue el de Pereyra: consideró que «un homenaje de esta naturaleza debe salir de la sociedad y no de la dirigencia política». Los demás apoyaron el proyecto y dijeron cosas como éstas: que esto lo concreta un gobierno peronista, que Néstor fue el primer presidente en funciones que visitó Villa María, que es un orgullo formar parte del Proyecto Nacional y Popular, que la capacidad de gestión del intendente reintendente Eduardo Luis es enorme, que Néstor puso la economía al servicio de la política, que defendió los Derechos Humanos, que hizo que los jóvenes vuelvan a creer en la política, que el aeropuerto es una obra para los de acá pero también para la región, que los hombres quedan pero las obras pasan, que el nombre Néstor Kirchner «no es un capricho del imperio de gobierno», sino que el gobierno ha consultado a todos los sectores de la sociedad, que se han recorrido los barrios, que ellos —los concejales— son los representantes del pueblo y es importante que ellos ejerzan su función.
En esta ciudad, el jueves 17 de febrero de 2011, los concejales convirtieron ese proyecto —por mayoría— en la ordenanza 6.310, que dice que el aeropuerto se llama presidente Néstor Carlos Kirchner.
En esta ciudad, desde entonces, hay un aeropuerto que tiene un nombre: Presidente Néstor Carlos Kirchner.
Un cargo y un nombre que, durante años, fue material: estaba en la pared del ingreso del aeropuerto —por la ruta—, en la pared del ingreso de la Terminal de Pasajeros, en la pared frente a la pista, en el isotipo —de los flyers—, en los partes de prensa.
Un cargo y un nombre que, de repente, dejó de estar en la mayoría de las partes del aeropuerto donde estaba: fue quitado, borrado, eliminado. Dejó de estar porque hubo —aparte— otro nombre —o grupo de nombres—, con cargos, que decidió que donde hubo nombre no haya nada. Uno, o varios, lo hicieron, tal vez, para demostrar algo: poder, tal vez.
El nombre de ese hombre llamado Néstor Carlos Kirchner, presidente y expresidente, que murió un miércoles 27 de octubre de 2010, es el nombre de centros culturales, auditorios, edificios públicos, estadios, piletas, polideportivos, plazas, avenidas, barrios, costaneras, parques, paseos, hospitales, terminales, monumentos, bustos, escuelas. De una central nuclear, incluso.
En 2014, el periodista Leonardo Mindez creó en 2014 el blog «Ponele Néstor a todo»: recopiló las fotos que le enviaron los lectores de distintos lugares. En principio, el nombre de ese hombre llamado Néstor Carlos Kirchner, presidente y expresidente, aparece más de 170 veces en el país. Aparece, también, en el exterior: en el monumento de la sede de Quito de la UNASUR, pero es retirado tiempo después, y en un hospital de emergencia en Haití.
El aeropuerto presidente Néstor Carlos Kirchner está a unos diez kilómetros del centro de Villa María —a la vera de la ruta 158— y lo inauguró, el miércoles 15 de junio de 2011, el intendente reintendente Eduardo que envió el proyecto al Concejo para que el aeropuerto tenga un nombre, aquel intendente reintendente que es ahora, por cuarta vez, intendente de Villa María.
Aquel intendente esperaba, como muchísimos, que a las cuatro de la tarde de aquel miércoles aterrizara un Tango 03 con la entonces presidenta Cristina Fernández. Y aquel intendente, como los muchísimos, se quedó esperando: ella no pudo viajar por —dice un diario de aquel día— «razones climáticas adversas». Los muchísimos, que estaban esperando a la presidenta desde las tres de la tarde en el aeropuerto, se enteraron que ella no venía, tipo seis cuando lo comunicó aquel intendente. Algunos decidieron irse. La presidenta dos veces presidenta, sin embargo, apareció desde Casa Rosada, por videoconferencia y todos —dicen que más de cinco mil— la siguieron bajo una carpa —de noventa metros— que se había montado, con varios televisores, para seguir el acto.
Hubo, por lo demás y por supuesto, corte de cintas: el corte lo hicieron el intendente y Juan Schiaretti, el gobernador al que le quedaban unos seis meses para terminar su primer mandato, acompañados por la entonces diputada Nora Bedano y otros funcionarios.
Hubo, entonces y desde entonces, un aeropuerto con su pista de 1800 metros de largo por 30 de ancho, con su terminal cubierta de 762 metros cuadrados y 775 metros de hangares, con su estación de bomberos y su estación meteorológica.
Durante trece años, al menos, se supo —porque podía leerse, verse, tocarse, recordarse— que el aeropuerto se llama Presidente Néstor Kirchner.
Ahora queda el recuerdo, si acaso. Queda, si acaso, el recuerdo también de una placa del presidente expresidente con el brazo en alto y esta frase, dicha por él: «Cuando la polea de la juventud se pone en marcha, el cambio es inevitable».
El viernes 27 de diciembre de 2024 hubo ceremonia en el aeropuerto: se reactivaron las rutas aéreas que conectan a Villa María con Aeroparque, en ciudad de Buenos Aires, Venado Tuerto de por medio. El vuelo dura una hora y veinte.
En la ceremonia estuvieron —entre otros— el cuatro veces intendente y el ministro de Desregulación y Transformación del Estado de la Nación, Federico Sturzenegger. Ambos hablaron. También estuvo el secretario de Turismo, Ambiente y Deporte del presidente Javier Milei, Daniel Scioli, en su momento —además— exvicepresidente de Néstor Kirchner.
Ese día, poco después de las tres y cuarto de la tarde, el municipio envió un parte de prensa —en el que no aparece el nombre de Néstor Kirchner— con fotografías. En una de esas fotografías, está el intendente en un estrado y a sus espaldas, en el edificio frente a la pista, están las cuatro palabras —las que antes eran ocho—, está su dimensión material, su consistencia, la letra física. Está el cuerpo de la escritura: Aeropuerto Regional Villa María. Está la imagen y su falta: aquello que han despojado, desechado, descartado, delante de todos.
(En la nómina de autoridades de Villa María aparece Agustín Turletti Mino, secretario de Unidad Intendencia, como administrador del «Aeropuerto Regional». Para hablar con él, antes —pide el municipio—, hay que hablar con Rodrigo Fraire Cervigni, el que manda los partes de prensa. Fraire, la siesta de este lunes tres de marzo de 2025, pregunta en qué puede ayudarme. Le pido el número de Turletti y él me consulta si necesito «algo de prensa con el secretario». Le digo que necesito hablar sobre el aeropuerto. Y la conversación no sigue. No responde más).
Hay otra fotografía: es del viernes 8 de noviembre de 2024 y está en el feed de Instagram del perfil «Aeropuerto Regional Villa María». En la fotografía se ve la pared del edificio frente a la pista, donde debería estar el nombre —la dimensión material del nombre— está el espacio desocupado, vacío, vacuo, vacante. Está disponible.
Un mes y medio después, entonces, se muestra la diferencia.
Casi catorce años después de aquel febrero de 2011, el mismo intendente que decidió nombrar, decide desnombrar.
Y pasa —nos pasa— desapercibido.
Vuelvo a pensar en esta escena: en las siestas en el balcón de mi departamento, en la pantalla del celular, en esta pantalla —que como cada pantalla—distribuye a domicilio la vida que no alcanzo —que a veces no tengo ganas de alcanzar—, esta pantalla en la que lo único que hago es ejercitar el olvido, esta pantalla en la que de tanto ver, no veo.
El hecho ocurrió este martes 27 de mayo en un local que vende indumentaria deportiva por calle General Paz, entre Catamarca y San Juan, en el centro de Villa María.
Hace algunos días, cerca del Polideportivo, casi diez chicos abordaron a dos, de 14 años, y les sacaron el celular. Un tiempo antes, una chica de quince iba a la escuela cuando, a las siete de la mañana, un hombre avanzó hacia ella en el puente del Subnivel.
Esta es la historia de Priscila Pérez, 19 años y embarazada de siete meses, que vive en una casilla, en un terreno que usurpó en el predio Nuevo Central Argentino (NCA), en la Media Luna Los Chaleses, en el barrio Las Playas.