¿No habrá basural?

¿Qué sucederá en el barrio Malvinas Argentinas? ¿Se frenó el proyecto del Centro de Transferencia de Residuos Sólidos Urbanos?

Martes 11 de enero, 2025. Casi nueve y media de la mañana. Por WhatsApp, ella, una vecina del barrio Malvinas Argentinas, de Villa María, envía una foto que le han reenviado. Es una imagen de la página dos de un diario de la ciudad que tiene varias noticias. La principal se titula «No habrá basural en el Malvinas» y aclara, por encima —en letra más pequeña—, que la decisión es del intendente.

La noticia de este diario de la ciudad dice que el intendente frenó el proyecto porque «en el gobierno no supieron explicar bien» que el «Centro de Transferencia de Residuos Sólidos Urbanos» sería solo para residuos secos.

La noticia dice que el gobierno dice que hubo «errores en la conformación de la ordenanza» y que, entonces, lo harán en otro lado.

 

El Malvinas es un barrio del noreste.

El basural no existe. Todavía no existe: es una posibilidad, es aquello en lo que podrían convertirse las dos hectáreas que la ordenanza 8.175 destina a la creación de este «Centro de Transferencia de Residuos Sólidos Urbanos».

Y decir que «no habrá basural en el Malvinas» no es algo que pueda decirse porque depende de algo —una norma— que se llama Carta Orgánica Municipal y que establece las formas para que una ordenanza —como la 8.175— se modifique o derogue: para que se pueda empezar a hablar de otra cosa.

Y decir que la decisión es del intendente tampoco puede decirse porque ya pasaron casi dos meses desde la sanción de la ordenanza y derogarla —o modificarla— le toca al Concejo Deliberante: lo dice la norma que norma. A menos que el intendente prepare otra ordenanza: una nueva. Y los mismos concejales que votaron a favor del centro de transferencia, ahora voten a favor de lo contrario.

 

***

 

Viernes 6 de diciembre, 2024. El intendente Eduardo Accastello le envía el proyecto de ordenanza a Juan Pablo Inglese, presidente del Concejo Deliberante, para que se ratifique el convenio de sublocación de inmueble y locación de servicios firmado entre Paul Tomás Wester Gaynor, presidente de Planeta Verde S. A., y el trío municipal formado por el intendente, Alejandra Barbero de la Secretaría de Infraestructura, Desarrollo Urbano y Ambiente, y Rubén Aquiles de la Subsecretaría de Servicios Públicos.

Después, en el proyecto, da las razones —por ejemplo, el manejo ordenado y transitorio de residuos— y habla de los beneficios —por ejemplo, el ahorro de combustible—.

Después, es contradictorio, paradójico, absurdo. Textual, dice: «(…) el Centro de Transferencia se alinea con los principios de sostenibilidad que orientan las políticas públicas de Villa María, reforzando la imagen de la ciudad como un ejemplo en el manejo responsable de los RSU, libres de residuos domiciliarios».

En el portal argentina.gob.ar se explica tan —pero tan— sencillo: «Los residuos sólidos urbanos (RSU) son análogos a los denominados domiciliarios».

 

Análogos

               semejantes

                                 similares

                                               equivalentes

                                                                    iguales.

 

Viernes 20 de diciembre, 2024. En el Concejo Deliberante hay sesión extraordinaria. Una sesión que dura veintisésis minutos veinte segundos.

Está Inglese, el señor presidente,

    y los concejales

                                                                             José María cativelli, Yaslil Osés, María Celeste Curetti, Carlos Francisco Ronco y Silvina Mercedes Irusta, del bloque Hacemos Unidos por Villa María

                                                                             Natalia Carolina González, Felipe Hipólito Botta, Pablo Rubén Perret y Evelyn Belén Acevedo, del bloque Juntos por el Cambio

                                                                             Manuel Sosa, del bloque Uniendo Villa María

El que no está es Diego Germán Olivero, de Unidos por Villa María, «por motivos personales y de fuerza mayor».

 

—Tiene la palabra el concejal Carlos Ronco —dice Inglese.

En una publicación de Facebook del viernes 8 de septiembre de 2023, Carlos Ronco dice de sí mismo: «Como médico joven formado en la universidad pública, soy parte de una generación que trae consigo nuevos pensamientos, ideas y luchas, que rompe estructuras y conceptos tradicionales». Y sigue: «Los jóvenes somos el presente, queremos ser protagonistas, somos un hecho político (…). Necesitamos de un Estado que nos acompañe y responda, un Estado que camine en la calle con nosotros». Agradece, en ese entonces, ser candidato a concejal por la lista de Accastello, una lista «con candidatos comprometidos a trabajar por cada vecina y vecino de Villa María».

El médico joven Carlos Ronco está sentado en su pupitre, donde están las páginas del proyecto y, entonces, usa cuatro minutos para repetir la incoherencia más evidente del proyecto de ordenanza: que el «Centro de Transferencia de Residuos Sólidos Urbanos» será solo para residuos de poda y obra. Usa cuatro minutos para hablar de algunas de las trece cláusulas del proyecto —como la vigencia del convenio, el precio por la sublocación, las obligaciones de Planeta Verde—, para decir lo importante que será ahorrar combustible, para decir que habrá controles mensuales de plagas, para decir —para declamar—, pero no para explicar. Porque no hay explicaciones: no hay argumentos.

—Muchas gracias concejal. Tiene la palabra el concejal Manuel Sosa —dice Inglese.

Manuel Sosa, en Facebook, dice de sí mismo: «Villamariense trabajando para el futuro de la ciudad». Este villamariense, entonces, usa unos cinco minutos para decir que entiende que el centro de transferencia será un basural a cielo abierto, que este proyecto responde a la falta de planificación y visión estratégica de la gestión, que está en contra del negociado que hay detrás del proyecto, que no es necesaria Planeta Verde porque el municipio podría hacer la tarea con los trabajadores del corralón.

 

—Muy bien. No habiendo más consideraciones sometemos a votación de manera general —dice Inglese.

Todos —excepto Sosa— levantan la mano y aprobado por mayoría.

—De manera particular. Artículo uno aprobado por mayoría. Artículo dos aprobado por mayoría —sigue diciendo Inglese.

 

Listo.

El «Centro de Transferencia de Residuos Sólidos Urbanos» se acaba de sancionar en poco menos de diez minutos.

 

A veces hay que recordar: el tiempo es una de las formas del pensamiento.

 

***

 

La Carta Orgánica Municipal habla de la promulgación y dice que si el Concejo aprueba un proyecto de ordenanza se remite al Ejecutivo para que lo promulgue y publique. Si el Ejecutivo lo quiere vetar —de manera total o parcial—, tiene diez días hábiles. Si pasan esos diez, el proyecto se considera aprobado y promulgado y se publica. En cambio, si hace objeciones dentro de esos diez, las debe mandar al Concejo para que el proyecto se trate otra vez: si se ratifica la aprobación con voto de las dos terceras partes, va de nuevo al Ejecutivo para que —ahora sí— se promulgue y publique.

 

A veces hay que recordar, también: el tiempo es tiempo y diez días hábiles son diez días hábiles.

 

***

 

Martes 11 de febrero, 2025. El concejal Sosa, de Uniendo Villa María, hace lo que puede hacer cualquier otro concejal —e incluso cualquier vecino que esté en el cuerpo electoral de la ciudad—: presenta un proyecto de ordenanza para derogar la 8.175 por la preocupación de los vecinos y porque ese centro de transferencia está a metros del último relicto de bosque nativo de Villa María.

 

***

 

El Concejo sesiona desde el primero de marzo al quince de diciembre.

Este primero cae sábado y es la apertura.

Deberán estar

                       Inglese, el señor presidente,

                       y los concejales

                                                Cativelli, Osés, Curetti, Ronco e Irusta, de Hacemos Unidos 

                                                González, Botta, Perret y Acevedo, de Juntos por el Cambio

                                                Sosa, de Uniendo 

                                                y Olivero, de Unidos, el que no estuvo aquel viernes 20 de diciembre «por motivos personales y de fuerza mayor».

 

Deberán estar los doce.

 

Y lo demás no se sabe: no se sabe cuándo será —tampoco se sabe si será— que los doce estén en sus pupitres y cada uno —o al menos más de dos— prepare un discurso y tenga algo para decir y lo diga y recién después, muchos minutos después, cuando se haya discutido, Inglese diga eso que tiene que decir:

—Muy bien. No habiendo más consideraciones sometemos a votación de manera general.

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