La Municipalidad tapó un mural del artista Raúl Olcelli

Él había pintado una obra en el ingreso al Centro de Gestión Ambiental. Hace quince días, la pared apareció cubierta de blanco.

—Me enteré hace un rato —dice.

El mediodía de este jueves, él se cruzó con su hija y ella, que se había enterado antes, se lo contó.

—Me duele mucho —dice después.

Ahora es casi la una y media de la tarde y él, Raúl Olcelli, artista plástico de sesenta y tres años nacido en La Playosa, solo sabe que el mural que pintó en el ingreso del Centro de Gestión Ambiental, inaugurado el 29 de agosto de 2023, ya no existe por decisión de la Municipalidad de Villa María. Esa pared de unos ochenta metros de largo por uno veinte de alto  —donde estaba representado el trabajo a través de los operarios y sus herramientas y su ropa, donde estaba representada la Pachamama, donde estaba presente el lenguaje a través de frases como «Sin inclusión social, no hay justicia ambiental», donde estaba presente la Constitución Nacional, la ley mayúscula, a través de su artículo 41, que garantiza el derecho de todos a gozar de un ambiente sano, equilibrado, apto para la vida y que habla del deber de preservarlo, donde estaba narrada una historia y construido un sentido colectivo— es, desde hace unos quince días, una pared cubierta por pintura blanca.

 

¿Quién decide qué queda y qué se borra en el espacio público? ¿Por qué lo decide? ¿Qué sabe y qué ignora quien decide qué queda y qué se borra? ¿Hay algo del mural que no quiere mostrarse —contarse—? ¿Hay algo de la imagen que incomoda?

 

¿Cuáles son las preguntas que no se hacen quienes deberían hacerse preguntas?

 

—Todavía no pude averiguar absolutamente nada —sigue Olcelli, que está cocinando.

Él no sabe qué pasó, por qué el mural en el que trabajó durante más de veinte días, cada día todo el día, hasta el anochecer, está vaciado. 

—Pero no me llama la atención que eso haya ocurrido porque estamos viviendo un tiempo donde el arte, la cultura, el medioambiente, están menospreciados.

 

Olcelli, que vive en Villa María desde los quince años, es autodidacta.

—Dibujo y pinto desde que tengo uso de razón. Me dedico a la pintura desde los veintipico y a los murales también —cuenta.

Recuerda algunos: los que ha hecho en El Diario del Centro del País donde trabaja, en La plaza del Campera (en Mendoza y Carlos Pellegrini, donde solía estar Mario Cabrera), en el centro vecinal de barrio Lamadrid, donde pintó al periodista Rodolfo Walsh por el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia, en Atilra. Y comenta que uno de sus anhelos fue viajar a México para estudiar muralismo. A México, sin embargo, ha viajado y recuerda que, en aquella vez, habían tapado un mural de David Alfaro Siqueiros.

—Para hacer una reforma, porque creo que querían poner un shopping, una cosa así. No es que me esté comparando para nada con Siqueiros, yo pinto porque lo siento nomás. 

Piensa, entonces, en el mural del Centro de Gestión Ambiental.

—Si es por una cuestión operativa, una reforma, eso que a veces ocurre, está en uno entender o no. Ahora, si eso va con ánimos de tapar para destruirlo, tiene que ver con otra cosa. Sinceramente no sé por qué lo hicieron.

Él entiende, por otra parte, que un mural está expuesto.

—Uno cuando lo hace tiene en cuenta, primero, el factor climático. Pueden estar intactos muy poquito tiempo y después se empiezan a deteriorar. Se iba a palidecer o se iba a descascarar, tarde o temprano, porque ahí no estaba protegido, no estaba al resguardo.

Sin embargo, a pesar del sol, de la lluvia, del viento, se toman decisiones para que los efectos no se perciban demasiado pronto. Por ejemplo, como en este caso, se trabaja con pintura sintética. Se elige lo sintético porque la decisión es que la imagen —y lo que significa— perdure.

Él entiende, por otra parte, que el factor climático no es el único factor.

—Uno, cuando hace un trabajo que es para todos, que está afuera, también contempla la posibilidad de que cualquiera pueda dañarlo. La vandalización, como en este caso. Y a lo mejor acá se agrega otro condimento.

 

La Municipalidad de Villa María, la misma que decidió borrar este mural, cuando contrata a artistas dice que lo hace porque a través de la pintura «se pueden representar ideas, emociones y visiones del mundo que reflejan la identidad de una comunidad o época». Incluso, la Municipalidad dice que «estas manifestaciones permiten que las generaciones futuras comprendan cómo pensaban, sentían y vivían las sociedades del pasado». Así, entra en contradicción con sí misma y no consigue borrar porque, quien elimina, lejos de suprimir, deja marcas, huellas, rastros. 

 

Este era el mural pintado por Olcelli.
Hace quince días, el Municipio decidió borrarlo.

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