Pirotecnia: cómo proteger a tus mascotas

Un ejemplo: a veces, en la Fábrica militar hay ensayos de balística. A veces, hay pruebas de cargas de pólvora.
Entonces, las explosiones. Entonces, en el cielo, no tan alto, aparecen manchas oscuras: son los pájaros, la bandada que parte hacia alguna parte, lejos.

Un ejemplo más: a veces hay tormentas.
Entonces, los truenos, pero antes, los animales que parecen saber; la bandada de nuevo que se mueve arriba y acá abajo los perros y los gatos, por ejemplo, en cualquier casa o en cualquier calle que no pueden ir a ninguna parte, que no saben qué hacer, que no pueden hacer nada.

Entonces, fin de año.
Y los estruendos.

La ordenanza 7.233, del 6 de diciembre de 2017, prohíbe en Villa María “(…) la fabricación, comercialización, depósito y venta al público, mayorista o minorista para uso particular, de cualquier tipo de productos de pirotecnia y cohetería, sean o no de venta libre y/o fabricación autorizada”.
En Villa Nueva la ordenanza es la 3055/19, dice lo mismo y agrega: “(…) se consideran productos de pirotecnia o de cohetería a aquellos elementos destinados a producir combustión o explosión con efectos visibles o audibles, incluidos los que se encienden con mecha o fricción”.
Y sin embargo.

—La pirotecnia afecta a todos los animales— dice por teléfono uno de los últimos mediodías de diciembre.
Ella, rosarina de sesenta años, se llama Laura Bozzini y es veterinaria —matrícula 2.720—de Veterinaria Palermo @veterinariapalermo9 desde hace dieciocho.
—Tienen la audición altamente sensible.
Altamente sensible significa tres veces mayor a la nuestra.
—Detectan cualquier tipo de sonido, aunque sea el más ínfimo. Y sobre todo, sobre todo, los que son de alta frecuencia.
Sienten en el cuerpo también: en las patas, en las almohadillas de las patas perciben las vibraciones. Porque, otro ejemplo: hay un terremoto y vibra todo, tiembla todo, se tambalea todo, pero cuando todavía todo no vibra ni tiembla ni se tambalea los animales ya saben lo que viene, lo que se aproxima, lo que está cada vez más cerca.
—Hay como una predicción. En los casos bruscos, como sucede con la pirotecnia, el animal se siente embotado, asustado, aterrado.

Incluso sufren ataques de pánico: taquicardia, midriasis —dilatación de pupilas—.
Algunos animales se esconden. Otros, rajan.
—El perro puede llegar a esconderse o autolesionarse— dice Bozzini y cuenta que, cuando rajan, no importa nada: se llevan puesto ventanas por ejemplo—. No entienden qué está pasando. Hay muchos perros que fallecen por el golpe o por cortes, se desangran.
En los gatos, la tendencia es esconderse: un buen lugar son los placares.

Para los cachorros todo es nuevo y cuando hay explosiones, dice la veterinaria, lo toman como algo natural porque no tienen experiencia: porque son las primeras. En el otro extremo, los gerontes, los viejos viejos, que ya escuchan poco —van perdiendo la audición de forma paulatina— y a los que las cataratas les opacan los ojos, también están bastante desconectados: no la pasan demasiado mal.
El embotamiento, el susto, el terror aparece, más o menos, desde los dos años.

Entonces, fin de año.
Si se puede, conviene que en la casa haya alguien, que las mascotas estén acompañadas.
Si no se puede, conviene dejarles una música tranquila. En Youtube hay que escribir, por ejemplo, «Música para relajar a mi perro durante la pirotecnia». Hay algunas que duran ocho horas.
Hay que dejarlas seguras: evitar que puedan lesionarse, que puedan escapar, que puedan abrir puertas.
—Hay muchísimos casos de mascotas perdidas esos días. Muchísimos no tienen la precaución, donde hay niños, de dejar las puertas herméticamente cerradas.
Esta navidad hubo entre treinta y cuarenta mascotas perdidas.
—El gato es el que más se escapa.
Y para los de la calle, Bozzini recomienda, si se puede, darles alojamiento aunque sea una noche.
—Hay gente con compasión, con empatía, que les da refugio —dice y comenta que esa gente avisa en el grupo de mascotas perdidas de Facebook.

Ocurre con frecuencia: algunos deciden sedar.
—En realidad, hay que consultar siempre con un veterinario porque depende de la edad. En pacientes gerontes no es conveniente si no tiene un control cardiológico.
En las mascotas jóvenes no hay drama; la veterinaria asegura que no hay efectos colaterales y explica que se les da la mínima dosis posible: una gota por kilo, cuarenta y cinco minutos o una hora antes de que comience a tirarse pirotecnia.

—Se está pidiendo pirotecnia cero— dice ella.

Cero pirotecnia.

Veterinaria Laura Bozzini

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